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Fecha de publicación:
28/9/2021
La evaluación del aprendizaje ha implicado para los docentes trasladar los procesos de planeación, instrumentación y retroalimentación a espacios digitales poco familiares para muchos y donde hay una serie de variables confluyentes que implican retos. Entre ellos están la personalización de la evaluación que demanda más tiempo que en la clase presencial, las dificultades de acceso y comunicación por plataformas, correo electrónico o videoconferencia y, además, el riesgo latente de prácticas deshonestas para lo cual el docente necesita prepararse y aplicar mayor rigor en la manera en que se plantea y pone en marcha la evaluación.
Existen algunas tendencias en América Latina y establecería cinco grandes temas, relacionados a los retos que viven los docentes durante este tiempo de contingencia:
Lo primero es no perder de vista que “no hay nada más práctico que una buena teoría”. Por lo tanto, estudiar los fundamentos pedagógicos que enmarcan el modelo educativo de cada institución y qué prácticas son idóneas para vivir el aprendizaje desde esos principios. Lo segundo, es trabajar de manera colegiada para fortalecer la cultura de evaluación en función de las nuevas exigencias a las que se enfrentará el egresado y traer experiencias para revisar la forma en que se está evaluando es una de las tareas principales de los docentes que forman profesionales exitosos.
Katherina Gallardo, directora del Programa de Doctorado en Innovación Educativa del Tecnológico de Monterrey
Tener apertura a nuevas formas de evaluar y saber, qué tanto el estudiante se ha apropiado del conocimiento y lo puede transferir para tomar decisiones, resolver problemas, investigar, entender más sobre cómo aprende, etc. Estos mecanismos de evaluación son los proyectos colaborativos e interdisciplinarios, los portafolios de desempeño, la autoevaluación en función de las estrategias metacognitivas, entre los principales.
Se requiere reforzar las formas de modificar la planeación de la evaluación en términos de mecanismos, sin afectar sustancialmente la meta de aprendizaje. Por ejemplo, en las formas para trasladar los aspectos auténticos de la evaluación hacia los medios digitales. Antes de la pandemia, los estudiantes tenían espacios reales donde desarrollar sus competencias profesiones y ahora no y es aquí donde hay que hacer cambios. Por ejemplo, invitar a expertos a las clases virtuales, abrir debates, mesas redondas y exposición de casos en estos medios de videoconferencia o de manera asincrónica con videos grabados, procurando enfocar la discusión alrededor de problemáticas, con datos auténticos y contextualizados. Además, darle más espacio a los estudiantes a que actúen de manera autónoma, buscando ellos mismos las oportunidades de invitar a estos expertos o documentar casos reales para la discusión.
La primera, que se permita un tiempo para planear la evaluación en función de las competencias profesionales que se buscan alcanzar a dos niveles: en el perfil de egreso y en sus cursos. Esta conexión entre lo que aporta mi curso al perfil de egreso permite tomar mejores decisiones en cuanto a que los mecanismos de evaluación no solo serán del aprendizaje sino para el aprendizaje. La segunda, que la evaluación sea balanceada en dos aspectos: nivel de dificultad y cantidad de actividades de evaluación. Justamente, ahora en tiempos de contingencia sanitaria, debemos revisar cuáles actividades, tareas, proyectos y exámenes son cruciales y necesarias para que estudiantes y profesores trabajen en conjunto hacia el logro de las metas formativas.
No se debe perder de vista todo lo aprendido durante estos meses en que nos abrimos a nuevas posibilidades. Entender más las necesidades del estudiante, comprender con mayor detenimiento los desafíos que se les presentan al egreso, vincularse con otros docentes y con diferentes agentes de la sociedad (empresas, organizaciones, otras escuelas), todo esto en aras de valorar lo importante y que aporte valor al desarrollo de las competencias profesionales, desde el conocimiento disciplinar, pero también desde el trabajo interdisciplinario y el ejercicio de competencias transversales.
Foto: Unsplash