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Fecha de publicación:
29/8/2019
Investigar es una tarea que ha acompañado al quehacer académico desde sus inicios; sin embargo, en el sistema de producción actual, la publicación de las investigaciones acarrea serios cuestionamientos; por ejemplo, revistas de prestigio no se dan abasto ante la gran oferta de artículos enviados, lo que las lleva a postergar las revisiones por tiempo indefinido; o, por otro lado, los predatory journals nos recuerdan que la corrupción también forma parte del círculo académico. Ante esto, en esta nota se discute dos nuevos temas en torno a los problemas en la publicación: la autoría, en relación a los investigadores hiperprolíficos, y el autocitado.
Según esta nota en Nature, para ser considerado hiperprolífico, los autores proponen que se deben de publicar 72 artículos científicos en un año; es decir, el equivalente a uno cada cinco días. Así, entre los años 2000 y 2016, los autores identificaron 9,000 investigadores que conseguían tales números de publicación. Los documentos estudiados fueron “full papers” (artículos, conferencias, reseñas y comentarios).
Punto aparte, los autores declaran que 1) no tienen evidencia alguna de que los autores estén cometiendo algo inapropiado y que 2) hay una clara diferencia entre cómo entiende la autoría cada área de investigación. Considerando esto, los resultados fueron los siguientes: el 86% de los 9000 autores son del área de física, área en la que los proyectos de investigación son llevados a cabo por equipos internacionales muy grandes que pueden tener hasta 1000 miembros. La pregunta sería si los 1000 miembros deben ser incluidos como autores del artículo o no. Fuera de esta interrogante, se excluyó a la física, debido este comportamiento anómalo. Por otro lado, 909 autores fueron chinos o coreanos; sin embargo, comentan que Scopus no desambigua bien los nombres de ambas nacionalidades, por lo que estudiar a estos autores resulta contraproducente. Así, la nota reseñada estudia un total de 265 autores.
Lo primero a resaltar es que el número de autores hiperprolíficos ha crecido veinte veces entre el año 2001 al 2014. Asimismo, se logró encuestar a gran parte de este grupo sobre el cómo era posible publicar un artículo cada cinco días, las respuestas fueron las siguientes: trabajo duro, amor por la investigación, liderar un grupo de investigación, colaboración intensiva, dormir pocas horas al día, entre otras. ¿Es posible que detrás de esta producción hiperprolífica se escondan problemas como replicabilidad, problemas de salud y otros?
Otro hecho a recalcar sobre el comportamiento en este grupo es que, por lo general, si bien pueden ser de la misma área de investigación, suelen trabajar juntos, e incluso en la misma universidad e institución. En otras palabras, en semejanza al caso de física, aunque sin 1000 autores por paper, áreas como química también incluyen a cada miembro que haya participado en el proyecto, independientemente de si redactó o no el documento.
Ante este escenario, no es desatinado proponer que la autoría se encuentra desregulada en la academia contemporánea y que los efectos de esta desregulación pueden generar consecuencias no esperadas a la hora de medir impacto, índice de citación y etc.; además de impactos reales a la hora de acceder a fondos públicos y/o postular a concursos.
Por otro lado, fuera de los problemas de autoría, el sistema de publicación también tiene que lidiar con ciertas “irregularidades” relacionadas al citado. Como comenta la siguiente nota, el imperativo por recibir más y más citas, en tanto índice de calidad, deviene en un campo sin regulación como lo son las autocitas. Según este estudio, de casi siete millones de científicos con más de cinco artículos en Scopus, se identificó una media de autocitado del 15.5%; además, 7% de los autores tienen un valor superior al 40% de autocitado. Algunas variables que explicarían este comportamiento son edad y área de investigación: los investigadores jóvenes suelen tener mayor autocitado y áreas como física, en las que prima la colaboración científica, como se discutió líneas arriba, disparan el número de autocitas. Imaginemos el siguiente caso en el que un investigador tiene un número muy elevado de autocitas; en principio, podríamos deducir que mantiene una misma línea temática y objeto de estudio a lo largo de sus artículos académicos, pero, considerando el tamaño de hiperproducción de la academia actual, ¿no hay acaso más fuentes que discutir? ¿Es un soliloquio el autocitado? ¿Esconde alguna forma de corrupción?