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Fecha de publicación:
23/5/2019
En ediciones anteriores de este boletín, hemos recogido los debates en torno a la llamada “crisis de las humanidades”; por ejemplo, las posturas entre la lógica utilitarista y teorías descontextualizadas (o con serios problemas de formalidad), la sobreexigencia laboral, la sobreproducción de doctorados, el subempleo generalizado en (casi) todo el mundo – cabe recalcar casi, debido a que críticas recientes apuntan a que podría ser solo un fenómeno “occidental”. Además, también hemos posicionado ciertas soluciones como la creciente relación y demanda en la empresa privada, la digitalización de las humanidades, la interdisciplinariedad y mejoras en el sistema de publicación. En esta oportunidad, reseñamos un nuevo reporte sobre la recesión del 2008 y el impacto en el pregrado en historia para el caso estadounidense.
Según Benjamin M. Schmidt, autor de The History BA since the Great Recession, el National Center for Education Statistics reportó en el 2008 un total de 34,642 majors en historia. Casi diez años después, el número se redujo en aproximadamente diez mil unidades, siendo 24,266 lo reportado. En principio, como apunta el autor, esta caída “alarmante” se debe, en primer lugar, a los temores económicos dados por la crisis y al cambio de expectativas en torno a lo que un título puede otorgar. El mayor decrecimiento se dio entre los años 2011-2012, dado que son estos años particularmente en los que los estudiantes que vivieron la crisis pudieron cambiar más rápidamente sus carreras. Al respecto, véase la siguiente figura.
Sin embargo, no es la primera vez que el major en historia sufre una caída como la que reseñamos; por ejemplo, durante los años 1969 a 1980 esta disciplina cayó en 66%, el período más contundente registrado hasta el momento. En aquella oportunidad, si bien ya se debatía la “crisis de las humanidades”, el hecho no fue tan alarmante y no tuvo la cabida mediática que hoy tiene la actual “crisis”. Incluso, luego de esta caída, la especialidad experimentó una rápida expansión debido al crecimiento de la educación superior. Como indica el autor en esta otra nota, los majors en humanidades para el caso de EE.UU. han pasado por tres etapas. La primera se da entre 1955-1985, etapa en la que diversas escuelas alrededor del país pasaron a ser universidades y se necesitaban profesores en inglés, historia y demás humanidades; sin embargo, con la desaceleración de la economía en 1970 y un crecimiento más lento en educación superior, los majors en humanidades cayeron en todo EE.UU. como se anotó líneas atrás. Por otra parte, la segunda etapa comprende los años 1985-2008, caracterizada por una gran estabilidad; y la última, del 2008 hasta hoy en día comprende la crisis actual. En esta etapa contemporánea, los descensos son iguales o se asemejan a los ocurridos cuarenta años atrás, las caídas se pueden ver entre hombres y mujeres por igual, en todos los grupos étnicos, y entre una amplia gama de universidades.
La hipótesis hasta el momento parece ser relativamente sencilla: ante épocas de recisión o crisis económicas, los estudiantes optan por carreras más vinculadas a las demandas contextuales del mercado laboral, mientras que, en épocas de estabilidad y bonanza, pueden optar por humanidades. Este hecho lo corrobora Dennis Ahlburg y Evan Roberts en el libro The Changing Face of Higher Education: siete de cada diez estudiantes en los años setenta consideraba esencial desarrollar una filosofía de vida a través a la educación, mientras que cuatro de diez priorizaban el dinero. En los años finales de los ochenta, tales ratios se voltearon anunciado la crisis actual que experimentan las humanidades.
En términos de la crisis de las humanidades, lo laboral y la caída en matrícula son unos de los tantos aspectos que podemos resaltar. Entre otros, los críticos apuntan a que las mismas pierden terreno en la esfera pública por motivos políticos, económicos y/o de otra índole. En nuestro contexto más inmediato, el caso de Bolsonaro en Brasil y su política de gobierno en contra de las ciencias sociales y filosofía es un claro ejemplo. El gobierno brasileño ha decidido recortar el financiamiento a estas carreras bajo la excusa de priorizar otras que aseguren un retorno inmediato. Hoy por hoy, los estudios apuntan al subempleo y otros problemas laborales en humanidades; sin embargo, ¿son estas razones suficientes para su desfinanciamiento?
Por otro lado, como indica la siguiente nota, a la par de la caída en matrícula de historia y otros temas relativos a la crisis, hoy podemos decir que vivimos además la caída del pensamiento histórico, en tanto los gobiernos y la sociedad actual están inmersos en la toma de decisiones cotidianas y una aparente ilusión de un eterno presente. Las grandes ideas y preguntas del pasado son objeto de olvido para las soluciones actuales. Además, considerando la ya tan nombrada posverdad, esta no solo prolifera a través de todos los espacios sociales, sino es promovida por los gobiernos para fines comunes a sus políticas. Como recalca el siguiente estudio de Freedom House, al menos 30 países manipulan sistemáticamente hechos históricos y opiniones en conveniencia del poder de facto, en una suerte de “ingeniería histórica”. Ante todo, habría que seguir preguntándonos ¿qué perdemos sin las humanidades?
Fuentes: