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Fecha de publicación:
16/5/2019
El artículo 82 de la Ley Universitaria postula que se requiere el grado de magíster para ejercer la docencia en el nivel de pregrado, el grado de magíster o doctor para dictar en maestrías y programas de especialización, así como grado de doctor para la formación a nivel de doctorado. Las únicas excepciones son los docentes extraordinarios, cuyas características son establecidas por las propias universidades, pero que no pueden exceder el 10% de su plana docentes. En tal contexto, no es sorpresa que los posgrados en temas educativos hayan encontrado una popularidad enorme en los últimos años.
Lorena Masías, exsuperintendente de Sunedu, sostiene que a través de esta categoría extraordinaria un premio nobel de más de 70 años o un gran artista sin maestría podrían enseñar en la universidad y que los nuevos requerimientos son necesarios para mejorar la calidad del servicio público. Oscar Sumar, profesor de la Universidad del Pacífico, contraargumenta que La Ley Universitaria confunde el fondo con la forma, y que un incremento artificial de la calidad reduce la competencia aumentando los precios para los estudiantes. Además, postula que ser un buen profesor no demanda obligatoriamente requisitos académicos (usa de ejemplo a su alma mater UC Berkeley). El mismo profesor ha arremetido contra los requisitos de maestría tal como están planteados, pues exigen 48 créditos de estudios de posgrado, cuando muchas universidades top ofrecen maestrías de 24 créditos, que él reclama no serían reconocidas. La Sunedu, sin embargo, excluye a las universidades extranjeras del requisito de 48 créditos, aunque reconoce que no se tiene convenios con todos los países.
Además, Sunedu ha dispuesto hasta el 2020 para que los profesores que se encuentren enseñando al momento de aprobarse la ley obtengan su posgrado. Sin embargo, las universidades no pueden contratar nuevo personal docente que no cumpla este requisito desde el 2015. La PUCP, por ejemplo, recuerda a sus docentes que la fecha límite para obtener su maestría es el 9 de noviembre del 2020, para lo cual presentó un plan transitorio ante el Consejo. La República reporta al 30 de mayo del 2018 que casi el 50% de los profesores de universidades públicas aún no cumplen con esta exigencia, estas cifras son similares en universidades privadas prestigiosas. Según Lorena Masías, las principales dificultades de los docentes para estudiar posgrados son la falta de recursos, debido a los sueldos bajos que perciben y al poco tiempo libre que tienen.
Según el censo universitario del 2010, 63.6% de los docentes universitarios encuestados declaran tener o estar cursando una maestría o doctorado. Entre las universidades más populares como fuente de la primera maestría, se encontraron la Universidad Inca Garcilaso de la Vega (1416), la PUCP (1700), la Universidad Nacional Federico Villareal (2324) y San Marcos (3034). Además, alrededor de 12 mil docentes reportaron tener o estar cursando doctorados (21% del total).
En el año 2014, cuando se promulgó la Ley Universitaria, hubo alrededor de 65 mil ingresantes a maestrías y doctorados en el Perú según Sunedu. Solo entre los programas clasificados como de educación se registraron más del 26% de estos casos. Además, de estos 17,200 ingresantes, 10,500 se registraron solo en la Universidad Cesar Vallejo. Esta monopolización se agrava con la situación a nivel doctoral donde vemos que el 14.3% de toda la población de candidatos a doctor en el 2016 se encuentra específicamente en los programas de educación de la UCV, y son el 27% de los doctores egresados del mismo año (alrededor de 3 por día). Esta situación se ha criticado anteriormente, debido a la marcada falta de publicaciones académicas de las instituciones que concentran a la población de posgrado. Sin embargo, rápidamente podemos ver el atractivo de tales programas, la UCV ofrece horarios de estudios en fines de semana, un plan de dos semestres (más uno de diseño y desarrollo de tesis) y tarifas relativamente cómodas de pago.
Los programas de posgrado en educación con mayor cantidad de matriculados en el 2016 eran, en orden, el programa de doctorado en Educación de la UCV (1438 alumnos), la maestría de la Católica de Santa María (678 alumnos), la maestría virtual de la Universidad San Martín de Porres (666 alumnos), dos de las maestrías de la Universidad San Pedro (869 alumnos combinadas), la maestría de San Marcos (459 alumnos), y la de Alas Peruanas (428 alumnos). Causa preocupación que la mitad de estas universidades no se encuentren licenciadas, considerando su rol de liderazgo en la preparación de los docentes. Una respuesta institucional de apoyo ha tomado la forma de la Beca Docente Universitario y se ha centrado en financiar los estudios de profesores con un mínimo de dos años de docencia en universidades licenciadas y en especialidades profesionales específicas (la tendencia no es el estudio de la educación per se).
Habría que pensar más detalladamente cuál es el propósito de requerir maestrías para los docentes, qué tipo de capacidades se consideran institucionalmente como necesarias para la labor de formación universitaria y si realmente estas son las que se están logrando construir. Un nuevo censo universitario que examine el tipo de educación de los docentes se configura como necesario para establecer algún tipo de línea de base y/o de análisis de la situación durante esta reforma.
Fuentes:
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